Hace un año el diario El Mundo me preguntaba sobre la importancia de los spots posicionados como último del año y el primero del año. Mi discurso hacía referencia a que su importancia había decrecido con la dispersión de la audiencia. Este año hemos vivido un fenómeno sin precedentes: las no campanadas de Canal Sur.
Visionario el comentario del presentador, diciendo que no habrá problemas. Afortunadamente la publicidad era de carácter institucional, porque el efecto sobre una marca comercial hubiese dado mucho juego. Coca cola no ha resultado mal parada del fiasco de la autonómica andaluza.
No es el primer error: en el 1989 y en 1994 se produjeron dos episodios que hicieron que todas las cadenas tuviesen muy en cuenta la diferencia entre cuartos y campanadas.
Pero ahora vivimos en otra época, con redes sociales que actúan de altavoz inmediato magnificando los errores ajenos. El director de emisiones de Canal Sur ha dimitido por el patinazo del 31, ejemplo de dignidad en una España en la que la palabra «dimisión» parece no tener cabida excepto en la RAE.
Las campanadas han dejado de tener la relevancia publicitaria de antaño. Aunque algunas marcas como Estrella Galicia siguen apostando con éxito por lograr notoriedad gracias al cambio de año. La marca de cerveza logró que el primer brindis del año fuese con jugo de cebada en las cadenas de Mediaset y Atresmedia.
Como en años anteriores, Anne Igartiburu y Ramón García concentraron la mayor cuota de pantalla (45,6% para la primera). Si sumamos la 2 y las cadenas de Forta estamos hablando de que la cuota de pantalla que obtuvo Estrella Galicia con su brindis debió alcanzar como máximo el 40%. Con lo que nos planteamos ¿qué pasaría si volviese a tener publicidad la RTVE o si alguna marca lograra estar presente mediante algún tipo de patrocinio «cultural»?