Pero si hablamos de la revolución del big data, tenemos que ir un paso más allá. La verdadera riqueza está en la cantidad de información que recogen esos datos, los denominados metadatos. Cuando paso mi tarjeta de fidelización de mi supermercado habitual, la de FNAC, cuando hago una compra en un retailer on line o escucho Spotify, mis elecciones pasadas condicionan la respuesta de mis proveedores.
Proveedores que perfilan su oferta por mis elecciones pasadas. Cuando compré el CD de León Benavente en FNAC -sí, sigo comprando música- y pasó mi tarjeta de fidelización, la compra de dicho CD quedó caracterizada por los datos que proporcioné hace años. No es que un individuo compre el CD de un grupo minoritario, sino que lo ha comprado Sergio, que tiene unas determinadas características sociodemográficas y unos hábitos determinados de compra.
Estos datos pueden ser trabajados en real time en lo que se denomina marketing data driven o marketing guiado por datos. Ha dejado de ser exclusivo de los bancos, de Tesco o de Walmart. El gigante de la distribución española, Mercadona, ha invertido 126 millones de euros en su centro de cálculo en tiempo real. Minority Report parece, ahora sí, a la vuelta de la esquina.
Otro aspecto fundamental es el de la privacidad de los datos, pero eso puede dar para otra entrada en el blog.
En resumen, conocer a los consumidores hoy como ayer sigue resultando imprescindible. La ventaja es que hoy tenemos mucha más información sobre ellos. Como ayer, estos datos tienen que ser tratados con técnicas estadísticas multivariables y analizados por expertos que sepan extraer insights relevantes y accionables.